domingo, 14 de agosto de 2011

Sobre la película “Vértigo” de Alfred Hitchcock.


Con frecuencia se olvida, que uno de los capítulos más tiernos de los Simpson, es aquel en el cual Homero le busca pareja a Selma, termina encontrando al profesor Skinner como un buen candidato, y éste termina enamorándose de su hermana gemela Paty, irónicamente. La referencia a la obra maestra de Hitchcock, radica en que, de la nada, hay un campanario en la escuela primaría de Springfield, parodiando la escena donde John Ferguson sigue a Madeleine (aka Jude) sin poder controlar su acrofobia.
Es cierto que los buenos capítulos de los Simpson, están plagados de referencias a las películas de Hitchcock (hay un homenaje a la “ventana indiscreta”, en el final de un capítulo hacen una parodia “los pájaros” y como olvidar la deliciosa escena donde Maggie le pega en la cabeza a Homero, haciendo un divertido homenaje a “Psicosis”) pero “Vértigo” es una de mis películas favoritas, y si no la han visto corran inmediatamente a rentarla o comprarla, se puede vivir sin nunca haber tenido sexo, pero no sin nunca haber visto vértigo.
La historia es un tanto compleja, porque trata más de lo que pasa en la cabeza del personaje: el detective retirado John Ferguson (interpretado por el genial James Stewart) que al haber tenido un trauma con las alturas en sus horas de servicio, lo imposibilita para seguir trabajando, los problemas empiezan cuando se reencuentra con un excompañero de la universidad Gavin Elster, que le pide de favor que vigile a su esposa, ya que está convencido de que la poseyó un espíritu de uno de sus antepasados, hasta aquí tenemos un thiller policiaco-paranormal, pero nada es lo que parece dentro de la retorcida mente de uno de los grandes genios de la cinematografía.
Sin caer en los famosos “spoilers” la genialidad de la película es que es muy erótica, sin llegar a escenas de sexo directas (de hecho, es una película que se puede ver en familia), la obsesión que empieza a tener John (aka Scottie) por la “esposa” de Gavin, Madeleine es cada vez más profunda conforme pasa la película. Y es con lo que me identifico personalmente, uno llega a obsesionarse por la forma en que habla, actúa y viste determinada persona , son todo un conjunto de detalles los que nos hacen desear a aquella persona, objeto de los más desesperados deseos.
La fotografía de la ciudad de San Francisco es muy bella, y nos presenta un mundo desolador, en contraposición de la imagen que generalmente tenemos de ser una urbe muy alegre, con sus ferries y teleféricos. Las locaciones están muy bien pensadas, incluso tenemos una escena muy dramática en el puente Golden Gate.
Otra cosa que me llama la atención, es digamos, el triángulo amoroso entre John, Madeleine y la amiga de John, Marjorie. A pesar de tener un rol muy secundario, Marjorie es una persona muy preocupada por John, es la representación de una madre sustituta, empieza a quererlo mucho más cuando se da cuenta de que John está enamorado de otra persona, de nuevo vemos el clásico arquetipo de mujer, que empieza a interesarse en un hombre sólo porque está celosa.
La trama es muy redonda y no por nada 12 monos está muy inspirada en ella (incluso hay un breve homenaje) y es que nos plantea una cuestión muy interesante, ¿qué pasaría si tuviéramos una segunda oportunidad de amar?, de poder enmendar nuestros errores, de volver a amar a aquella persona que falleció o simplemente nos abandonó, la conclusión no es para nada alentadora, también vemos hasta que punto es justo abusar de la discapacidad de una persona, o del ligero parecido que puede tener una persona con otra.
Muchísimo antes que Darren Arfnosky, Hitchcock nos muestra la extraña imagen de la espiral, siempre omnipresente a lo largo del film, desde el peinado de una mujer, hasta en la forma de las escaleras de un campanario, también el color verde es muy recurrente, ya sea en el color de un coche, o en el traje de la protagonista, o de la perturbadora luz de un anuncio, reflejada en un cuarto de hotel.
La cúspide de la película llega con el surreal beso entre los protagonista, donde tiempo y espacio se distorsionan, dándonos una de las escenas más tiernas y perturbadoras del cine, se me salen las lágrimas cada vez que la veo, la música es perfecta.
En conclusión, vértigo es un clásico del cine, que se debe ver en incontables veces, su trama nunca aburre y siempre sorprende, es sencillamente perfecta, la obra de un visionario. Una de esas obras que después de verlas ya no se es uno mismo.

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