domingo, 14 de agosto de 2011

Mil sombrillas


Mil Sombrillas

Se cumplió un mes de que falleció la esposa de mi tío Ulises, Alma, por lo tanto se hizo una misa, hubiera ido, pero no soy un católico devoto y tenía que ensayar con mi grupo (salimos a Monterrey en una semana) así que me quedé solo en casa.
Sabía que mi madre y mi abuela tardarían en llegar así que fui a comprar comida, no me pregunten por qué, pero se me antojaron unas tiras de pollo en salsa BBQ, al salir a la calle el cielo se veía nublado y amenazador, pensé que no me demoraría demasiado, desgraciadamente me entretuve en un Mixup, buscando entre los dvd's la película “con la muerte entre los talones” sin mucho éxito, cuando quise salir de la tienda, se había soltado la lluvia.
Es horrible estar en encerrado en un establecimiento comercial, buscando cosas sólo para matar el tiempo, escuchando la música de muestra y ver como unos vagos y niños de la calle jugaban con un Xbox 360, la lluvia parecía no terminar.
Y recordé aquel periodo de relativa tranquilidad lejos de la tragedia y de la conmiseración, en las vacaciones de verano del año pasado, cuando tonteaba en un café de la calle orizaba, esperando a que una hermosa mesera me atendiera, sólo sabía que estudiaba actuación. Por aquellos días me quedaba largas horas en el café, en parte porque llovía demasiado, recuerdo un día en que después de ayudar a mi tío en el museo de las culturas populares, me resguarde en el café antes de que cayera la lluvia, ahí estaba, con su larga cola de caballo, sabiendo de antemano, que visitaba aquel lugar sólo por ella, desafortunadamente no era el único, pero esa es otra historia. Ella dijo “hola, ¿vas a ordenar algo?” yo dije “sí lo de siempre” a lo que contestó “americano cargado ¿no?”... oh, aquellos cafés me sabían a gloria, era la misma chingadera por la que pagaba 15 pesos en la época en que todavía no la conocía, después lo subieron a 20 y luego a 22, pero ella hacía que todo ese ritual fuera mágico, siempre me mostraba serio, pero en realidad, en mi interior; estaba sonriendo, en fin, tomé mi taza de americano mientras leía un poco de revisionismo histórico, ella, por otro lado, estaba platicando con las otras meseras.
Y aún seguía la lluvia para mi sorpresa, estaba granizando.
Siguiendo con el recuerdo, pasaba casi diario al famoso café, la red inalámbrica y el estimulante nervioso eran un mero pretexto, hubo un día en el que iba a pedir algo (un té o cualquier otra cosa) ella se ausentó un momento, y yo, sintiéndome ofendido y rechazado, me largue, sin haber consumido nada. De regreso a mi casa, recuerdo que mi familia estaba viendo el video de los XV años de mi prima Xareni... y me duele recordarlo, estaba viva mi tía Alma, nunca imagine que su problema con su hígado fuera fatal.
No me decidía si llevarme la película de “Gran Hotel” o no.
Un día, de aquellos en los que uno no espera nada, de hecho, se está de mal humos porque se tiene que hacer algo molesto, en este caso, reinscribirme vía internet , ¡qué mejor pretexto para ir al café!, me sentía hastiado, y mi mesera favorita no me atendía, mientras lidiaba con el sistema, veía como se acomodaba el pelo, hasta que se lo dejo suelto, lucía hermosa de esa manera. De pronto, ella se acercó a mi mesa, pensé que iba a levantarme una demanda, de esas de que no me puedo acercar a más de 30 metros de distancia, mi corazón palpitaba, ¡qué rayos hice mal!, créeme que sólo voy por el café. Ella dijo: “Oye... quieres ir a una de mis exámenes” me sentí aliviado, le dije que me escribiera la dirección en una servilleta, fue en el teatro de la república, presentarían “Doña Rosita la soltera” de Federico García Lorca, le dije que me presentaría, que me daba mucho gusto, le mencioné mis conocimientos sobre Lorca y que haría un gran papel, ella contestó que era un obra fácil, quizá lo que quiso decir es que sólo tenía un papel secundario. Regresé contento a mi casa, aún conservo la servilleta con la dirección.
La calle comenzaba a tapizarse de blanco, cerca del Mixup había un café illy, pensé que sería buena idea tomar algo caliente mientras se calmaba la lluvia.
Me invitó a esa obra, y también me invito a otro examen, esta vez de coreografías, me sentía feliz de apoyarla, o de sentir que la estaba ayudando, creo que yo me sentía más nervioso que ella, que era la que se enfrentaba al escenario, yo pronto me enfrentaría a la conmiseración, pero de eso no voy a hablar. Otra vez me sorprendió, a los de su grupo les tocó bailar la danza del ombligo, imaginen mi impresión al verla con casi nada de ropa, bailando de manera sugerente (aunque note que tuvo problemas con su velo) siguió con sus sensuales pasos, a mí casi me da un infarto. Al final de la presentación decidí esperarla, darle mis felicitaciones y acompañarla a casa, al platicar con el director de la escuela donde estudia, el señor Gonzalo Correa, me enteré que un profesor con el que fui a un breve curso de teatro, Antonio Guida, había fallecido, me sentí desconsternado. Ya cuando por fin salió, me agradeció que la apoyará en sus eventos, yo me ofrecí a acompañarla, ahí me enteré que vivía muy cerca de donde yo vivo y que era de San Miguel de Allende, “tus comentarios son muy inteligentes” lo dijo sonriendo en aquella mágica y lluviosa noche, me sentí alagado.
La lluvia no paraba, me encontraba dándole sorbos a una horrible taza de café, “al menos es mucho café” me dije a mi mismo, totalmente melancólico y desesperado por el repentino cambio de clima.
Tomamos el metrobus, yo le ayudaba con sus cosas, creo que era una maceta y el vestuario, una de sus conocidas me dijo “ahí me la cuidas”, camino a su casa platicamos de cosas simples, ella alabando a su Ibsen, yo como siempre platicando de la genialidad de Chesterton, ella hablando de David Lynch, yo más clásico de Billy Wilder, por cierto... como estaba lloviendo muy fuerte cuando me encontraba adentro del teatro, muchos familiares de los actores llegaron mucho después de su presentación, a sí que para mi fortuna, repitieron el número del baile del ombligo. Pronto la lluvia nos tomo por sorpresa, no importaba, faltaban pocas cuadras para llegar a su casa. La suave brisa y el olor de su piel, ¿qué más podía pedir? Ella me ofreció traerme un paraguas, yo lo rechacé, faltaban también pocas cuadras para llegar a mi casa, salí corriendo, la lluvia se había soltado, no me importaba, era feliz, feliz como pocas veces, al llegar a mi destino, me encontré cenando camarones y vino, “la vida empieza a tratarme bien” me dije mientas veía un muy graciosos capítulo de “IT crowd”.
Soledad, soledad y más soledad, compraré de todas maneras ese DVD de “Gran hotel”.
No vale la pena mencionar en que terrible escatología terminó mi pequeña utopía.
Pagué cuarenta pesos, ¿encontró lo que buscaba?, no claro que no, ni la felicidad, ni la obra maestra de Hitchcock que buscaba.
Ella siempre me agradecía que la apoyara en sus eventos. No sé que rayos le pasa.
No aguantaba más, salí del local, parecía una gran nevada, la lluvia no tenía piedad con los transeúntes, cada paso que daba me llenaba los zapatos de agua y granizo, al ver el parque río de Janeiro llena de agua y nieve, me dio la sensación de estar en un lugar fantástico, una especie de jardín congelado, parecía una noche invernal, sólo faltaba escuchar villancicos, es cuando reflexioné... siempre hay un momento en el cual todo está bien, pareciera que el sol nos sonríe y que todo por lo que esperamos por fin esta sucediendo, sin embargo, nos descuidamos, no vemos lo que sucede alrededor, sólo vemos nuestra ilusoria felicidad, y de pronto, una nube aparece y nos arruina el desfile, no sé exactamente en que momento mi vida comenzó a ser un gran charco de granizo, cada paso que daba me llenaba de agua helada los pies y me encaminaba a un charco mucho más hondo y helado. No se puede uno quedar quieto en la lluvia, hay que seguir caminando para al menos cambiarse la ropa y esperar a que las cosas mejoren, siempre hay que estar prevenido, traer una sombrilla aún en el día más despejado de todos.
Cuatro meses sin verte, ¿dónde estarás?
Sigo caminando en un gran charco helado.
Me gustaría estar sentado junto a ella viendo una película, algo como piso de soltero o Gran Hotel, tranquilos esperando a que la lluvia terminé, pedir otra cosa sería demasiado.
How can you smile and forecast
Weather's getting better
And you'll soon forget her
If you let the sunshine come through
How can you smile and forecast
Weather's getting better
If you never let a girl rain all over you
And just when I thought that my vista was golden in hue
One thousand umbrellas opened to spoil the view

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