viernes, 3 de febrero de 2012

Sobre "North by Northwest" de Alfred Hitchcock


Título: North by Northwest
Dirigida por: Alfred Hitchcock
Guión: Ernest Lehman
Música: Bernard Hermann
Actúan: Gary Grant, Eva Marie Saint y James Mason

¿A quién no le gustaría, en algún momento de la vida, experimentar una aventura? Un viaje que esté lleno de emoción, suspenso, y grandes dosis de adrenalina. Creo que a muchos de ustedes, queridos lectores, les gusta imaginar, como a mí, su vida como una película. Por desgracia, la vida no está exenta de imperfecciones. Idealizamos un momento o un plan futuro, casi llegamos a creernos nuestros pronósticos y hasta repasamos mentalmente unas cuantas líneas, llega la hora, y resulta de la forma contraria a la que esperábamos. Es por eso que creo que el cine es una verdadera maravilla y cumple una función social que dista mucho de sólo entretener. Creo firmemente que es el medio más eficaz de transmitir de manera masiva una ficción; un sueño envuelto en celuloide. Pero no basta con transmitir una pequeña mentira que tanto el espectador como el director saben que no es real, hay que saber desarrollar una historia de tal manera que el público se logré sumergir en la ficción que está presenciando, y en definitiva, Hitchcock era un maestro para lograrlo.
North by Northwest (en España conocida como “Con la muerte en los talones” en Latino América como “Intriga internacional”) es un viaje sin precedentes por algunos de los sitios más representativos de los Estados Unidos. El punto de partida de esta increíble odisea de suspenso es en Nueva York, donde el aburrido agente de publicidad, Roger Thornhill (interpretado por el galante y genial Gary Grant), es confundido con un agente del gobierno, y es perseguido por una organización que se dedica a vender información clasificada del gobierno, liderada por Vandamm (un James Mason desafiante y malévolo). Thornhill ignora toda la maraña de intrigas y conspiraciones entre los agentes del gobierno y los terroristas y con suma razón, ¡él toda su vida la ha dedicado al negocio de la publicidad!, pero al huir del primer intento por desaparecerlo, obligándolo a conducir totalmente borracho en una autopista a alta velocidad, se topa con un nuevo obstáculo a demás de Vandamm y sus secuaces: La incredulidad de la policía... ¡y de su propia madre! Al intentar limpiar su nombre y descubrir al “verdadero agente”, sus investigaciones lo llevan al edificio de las naciones unidas, sólo para ser inculpado de la muerte de un diplomático y convertirse en el enemigo público número uno de toda la unión americana. Pero... no hay mal que por bien no venga, y al abordar un tren que momentáneamente le permitirá burlar a la justicia, conoce a la misteriosa femme fatale, Eve Kendall (una hermosa y sofisticada Eva Marie Saint, la clásica rubia que no puede faltar en un film de Hitchcock) quien lo ayuda a esconderse, ignorando que “casualmente” es la amante de su antagonista, Vandamm. Y aquí llevamos apenas una cuarta parte de lo que es la película, donde la acción es el plato fuerte, y el incesante acecho y persecución en el que vemos sumergido al protagonista, nos hace sentir como si nosotros fuéramos los verdaderos actores de la película. Por un momento nos distanciamos de nuestra vida, y somos Roger Thornhill, un hombre convertido en agente secreto a la fuerza y que intenta desentrañar una conspiración de alcance global, al mismo tiempo que intenta salvar a la mujer que ama.
Me gusta tanto North by Northwest que siempre que enciendo mi computadora, veo el wallpaper de mi escena favorita, la de Thornhill huyendo de un biplano en un desolado campo, escena parodiada y homenajeada miles de veces por la televisión, como en el episodio de los Simpson de cuando Marge intenta superar su miedo a volar y dentro de sus traumas recuerda el sorpresivo, como también ridículo e injustificado, ataque de un biplano sobre un maizal. Un homenaje que sólo un verdadero cinéfilo puede detectar. También en la serie “Padre de familia”, más específicamente en el episodio “Muerte en Quajhog” sino me equívoco, donde Peter y Louis intentan huir de un Mel Gibson enloquecido por que descubrieron su nuevo film de tendencias religiosas, se parodia la escena final, que se desarrolla en el famosísimo monte Rushmore. Estos dos ejemplos son una clara muestra de lo que una película puede provocar en el imaginario colectivo, demos gracias al cine por transportarnos a viajes que en nuestra realidad resultan imposibles: Todos deseamos un poco de emoción en nuestras vidas, pero nadie desearía ser perseguido por un crimen que no cometimos, ser atacado por una avioneta que violentamente dispara contra nosotros en un campo desolado (¡totalmente descubiertos y desarmados!), conducir a alta velocidad alcoholizados o enfrentar a unos maleantes en un monumento histórico, con grandes posibilidades de caer al vacío en el menor descuido (es sello de Hitchcock llevar el climax de la cinta en monumentos cívicos).
El guión de Lehman y las actuaciones del reparto son tan convincentes y redondas, que uno ignora que la madre de Thornhill, bien podría ser su contemporánea (Jessie Royce Landis tenía la misma edad de Gary Grant). Pero dejando a un lado lo envolvente que es la película, se nos muestra un mensaje maravilloso, sin importar los defectos que uno tenga, cualquiera puede ser un héroe, siempre y cuando sepa asumir su rol, no importa los obstáculos que se presenten. A final de cuentas, creo que todos tenemos un poco de Thornhill en nuestro ser, en cada situación extraordinaria que logramos resolver, en cada apuro en que salimos campantes, ahí estará el espíritu de la película “North by Nortwest”.
La música Bernard Hermann es épica y realmente complementa las escenas de acción de una manera sublime, la fotografía es hermosa y majestuosa (en especial la escena del biplano y un encuadre, a manera de vista de pájaro, de la vista de un piso muy superior del edifico de las naciones unidas), un clásico que no sólo les mostrará lo que es capaz un hombre en situaciones extrema, sino también descubrirán como una madre sobreprotectora puede poner en vergüenza a su hijo... ¡enfrente de sus posibles asesinos en medio de un ascensor!
En conclusión: Un verdadero monumento al cine de acción y suspenso, de las mejores de Hitchcock.

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