jueves, 24 de noviembre de 2011

Sobre "Private Life of Sherlock Holmes" de Billy Wilder


Sobre “Private Life of Sherlock Holmes” dirigida por Billy Wilder

Si me pidieran que escogiera a mi director de cine favorito, me vería en un verdadero aprieto, son muchas las películas que me gustan y de tan variados autores, que sería de suma dificultad precisar qué director es el que más me satisface. Sin embargo, si me formularan la pregunta y tuviera que responder de inmediato, dos nombres me vendrían a la mente, Alfred Hitchcock y Billy Wilder, y como de Hitchcock ya hice una reseña (no muy buena por cierto) ahora toca el turno de Wilder y una de sus películas no tan conocidas.
Private Life of Sherlock Holmes (o la vida privada de Sherlock Holmes) fue para mí una increíble y muy agradable sorpresa. De todas las películas y series que he visto inspiradas en el famoso detective (Basil Rathbone y Charlton Heston han hecho excepcionales interpretaciones de nuestro querido detective) ninguna me conmueve tanto, como la paráfrasis que hace Wilder del misterioso personaje de Conan Doyle, enfocándose principalmente en un aspecto nada explorado por otros directores, su vida privada. Desde su singular inicio, cuando un Watson con voz en off nos narra que mantuvo inédito un caso debido a la controversia que puede causar, por lo tanto, decidió mantenerlo oculto. No es hasta que varias décadas después de su muerte se abre la caja que contiene dicho relato y uno que otro artículo personal (entre ellos, la jeringa con la que se metía sus dosis de heroína) de quién el mismo Watson relata que “Fue la persona que convirtió la deducción en un arte, el único y más grande detective privado, Sherlock Holmes”. La historia comienza con un terriblemente fastidiado y deprimido Sherlock (interpretado por el genial Robert Stephens) que se queja de que no ha aparecido un caso que pueda estar a la altura de su intelecto, aparte de que le echa en cara a Watson (un satírico Colin Blakely) todos los mitos que se le han achacado a su persona: su altura, su vestimenta (culpa del ilustrador), que lo tache de drogadicto (sólo se inyecta heroína cuando está aburrido), su virtuosismo en el violín, la exageración de sus relatos y en especial, su misoginia: Sherlock admite que le gustan las mujeres, sólo que desconfía de ellas (como bien dice: “te guiñen los ojos mientras le ponen arsénico a tu sopa”), las cosa se pone divertida cuando por insistencia de Watson, acepta ir a una presentación del Ballet ruso, donde la bailarina estrella, Madama Petrova, tiene un “caso” muy peculiar, quiere tener un hijo, pero anda todavía buscando un posible padre, y de entre la larga lista de famosos candidatos (entre ellos Nietzche y Tchaikovsky, de éste último resulto que “las mujeres no eran su debilidad”), el señor Holmes fue de los últimos prospectos, así que le ofrecen un Stradivarius a cambio de... su esperma prácticamente, nuestro detective, pues... busca alguna excusa para liberarse de tan embarazosa situación, llega incluso a alegar que es hemofílico, pero ya en su desesperación por rechazar su nuevo y galante caso, “confiesa” que él y el doctor Watson son más que compañeros de aventuras, conclusión que los lectores más mal pensados de los casos de Sherlock Holmes ya habían dilucidado, en fin, esto desata la ira del pobre doctor Watson, quien la estaba pasando bien con unas ballerinas tras bambalinas. También plantea una duda en la mente de Watson ¿Será Sherlock Holmes una máquina pensante incapaz de sentir emociones? ¿Cómo es su relación con las mujeres? Estás preguntas no tienen respuesta hasta que una amnésica y muy atractiva cliente aparece en la residencia de la calle Baker, poniendo por fin a trabajar la desocupada mente del mejor y más famoso detective, y conforme avanza la película, descubrirán una red de conspiraciones que los llevarán directamente a Escocia (con todo y monstruo del lago ness) y a vislumbrar un secreto que pondrá en peligro al imperio británico.
Si bien la trama puede estar ligeramente inspirada en el relato “Escándalo en Bohemia” (según yo) lo cierto es que es una historia original que sólo el duo Wilder-Diamond pueden ofrecer. La película tiene todos los detalles que hacen de Wilder un maestro: una gran belleza en la fotografía (las locaciones de Inverness son impecables), memorables escenas (chequen la sensual parte donde la amnésica cliente intenta seducir sin mucho éxito a un castísimo Sherlock) el socarrón y muy negro humor característico de este genial director y sobre todo, ese aire melancólico y agridulce, siempre presentes en cada uno de sus filmes.
Pienso que es un clásico que debe ser revalorizado y una película imprescindible para todos los fanáticos de Billy Wilder, La vida privada de Sherlock Holmes no es sólo una de las mejores películas que se hayan hecho sobre el más famoso detective inglés (con perdón del Padre Brown), sino que también es, por mucho, una de mis películas favoritas.

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