¿Por
qué hacer una reseña de dos películas que se titulan igual y
aparentemente tratan de los mismo? Por la sencilla razón de que son
dos películas muuuuy diferentes queridos lectores. No entiendo, en
verdad, el afán de “modernizar” clásicos por parte de los
productores, que no entienden que por eso son clásicos, porque son
eternos y no necesitan ninguna modificación. Se entiende que existan
distintas versiones de películas basadas en novelas clásicas como:
Drácula (creo que hay una por década), el retrato de Dorian Gray u
Oliver Twist. En el caso de Sabrina esta un poco justificado el
remake, las películas se
basan en una obra de teatro. No sé que tan fieles son las películas
en base a su contraparte teatral. Sin embargo, el público debió
ubicar más a “Sabrina” como una película de Billy Wilder,
protagonizada por Audrey Hepburn y Humphrey Bogart, que por ser una
obra de teatro, según dicen, regular. Antes de entrar de lleno a las
películas ¿de verdad era necesario rehacer “Sabrina”? Amigos,
los zapatos de Billy Wilder son muy grandes de llenar. Los ejecutivos
a los que se les ocurrió esa “genial” idea deben ser unos
verdaderos ignorantes de la cinematografía. Es como si a algún
imbécil se le ocurriera hacer una copia de la capilla sixtina, en la
iglesia de su vecindario, y aparte de copiarla mal, le pusiera
elemento “actuales”. Una historia un tanto banal como lo es en
esencia “Sabrina”, bajo la lente de un genio como Don Billy
Wilder, puede resultar un film conmovedor. En contraposición con la
versión de Pollack, de la que me encargaré en breve. Planeo hacer
más de estos ejercicios (tengo en lista de espera “Lolita” y “El
gran Gatsby”) espero que lo disfruten y los haga reflexionar, que
no siempre lo moderno es sinónimo de mejor.
Sabrina,
Billy Wilder, 1954
Siendo
justos, esta es una pieza menor dentro de la gran y maravillosa
filmografía del señor Wilder. No es el diez perfecto de grandes
obras maestras como lo son “The Apartment” “Some Like It Hot”
y “Private Life Of Sherlock Holmes”, pero aun una película
regular de este gran director está muy por arriba del promedio, es,
digamos, la pequeña joya de la corona de éxitos. Y... ¿de qué
trata Sabrina? Basada, como ya dije, en una obra de teatro, cosa
común en los estudios de aquellos años, que solían adaptar éxitos
teatrales al cine, de hecho, en la película, Bogart hace referencia
a la siguiente película de Wilder Seven Year itch también una obra
de teatro de gran acogida. Regresando al film: Trata sobre la hija de
un chofer, Fairchild, que está al servicio de los Larrabee, una
familia inmensamente rica de Nueva York. Sabrina ha estado enamorada
del menor de los hijos de los Larrabee, David, un junior frívolo y
desobligado, en contraposición con su hermano Linus, un hombre de
negocios empedernido y adicto al trabajo. Sabrina no puede dejar de
amar a su amor imposible David, con todo y que ve, desde su lejana
orilla subida en un árbol, como en sus fiestas seduce a cuanta mujer
se le presenta. Así que su padre la manda a París para que aprenda
alta cocina. Es en territorio galo donde madura y aprende que antes
de ver por los demás, tiene que ver por ella misma. De regreso a
América, David por casualidad la encuentra y comienza a fijarse en
ella, pero su repentino amor por Sabrina es peligroso para los
intereses de su familia, quienes ya arreglaron un matrimonio que será
beneficioso para todos, excepto para Sabrina, es cuando entra Linus,
quien es el principal interesado en quitar a Sabrina del camino para
realizar una muy afortunada fusión de industrias. Pero él no
tardara en caer ante la hermosura y encanto de Sabrina.
Sabrina es la segunda película que
protagonizó, ay, la sin igual Audrey Hepburn. Es imposible no adorar
a esta actriz, que no sólo tenía un rostro de ángel y un talle
perfecto. Además era una actriz muy íntegra y con una gran
formación. Toda una dama. Otra sorpresa es la controvertida
actuación de Humphrey Bogart muy criticado por su papel de Linus
Larrabee, papel que se le ofreció a Gary Grant. Aquí discrepo de la
mayoría de los críticos, adoro al actor que hizo el fabuloso papel
de Roger O. Thornhill en North by Northwest de Hitchcock y a Cole
Porter en Night and Day de Michaell Curtis. Pero Bogart es mucho
más que un chico malo o un gangster, parecieran olvidar
deliberadamente que él mismo interpretó al melancólico Rick en
Casablanca (papel que curiosamente se le ofreció a Ronald Reagan) o
a Charlie Allnut en la Reina de África. Bogart es un gran actor y
para mí su actuación en Sabrina es de las mejores, al mismo nivel
que en Casablanca. William Holden hace bien su trabajo como el niño
rico y mujeriego, una excelente contrapartida de Bogart. El contraste
de la Sabrina antes de salir a París, joven, pero muy niña todavía,
inmadura, tanto que intenta suicidarse asfixiándose con el humo de
los coches adentro del garage. Con la Sabrina después del viaje,
elegante, confiada, pero con su encanto y ternura completamente
intactos; es muy obvio, pero no descaradamente obvio como en la otra
película. La magia que imprime la Hepburn durante todo el metraje es
cautivador, tan sólo cuando la vemos salir a una fiesta, por primera
vez como invitada, en la casa de los Larrabee, con aquel vestido y su
cabello corto, uno queda hechizado con tanta belleza. O aquella
maravillosa toma desde arriba donde la vemos bailar sola en la cancha
de tenis con techo; con su elegante vestido esperando a que David
cumpla su fantasía romántica -a la cual no acude debido a un
gracioso accidente-, mientras la orquesta toca isn't it
romantic, no tengo palabras que
describan la hermosura de esa escena. La mancuerna que hace con
Bogart, no creo que la haya logrado con Grant, de ejemplo está
“Charade”, al menos en Sabrina, le dan mucha verosimilitud a sus
personajes; factor que se ha dejado atrás en actuales comedias
románticas. Sabrina puede resultar para algunos; un cuento de hadas
de los cincuenta, ñoño y cursi, y tienen razón. Pero su impecable
manufactura, su inigualable encanto y unas actuaciones que ya muchas
producciones quisieran tener, hacen que sin importar los años, aún
caigamos enamorados de Sabrina (tanto del personaje como por la
actriz Audrey Hepburn).
Sabrina
de Sydney Pollack 1995
Cuarenta
años después, el señor Pollack, en un exceso de miopía y
arrogancia, se le ocurre hacer una nueva versión del clásico
romántico. También hay que ser justos, la película no es tan mala
en realidad, tiene unos chascarrillos insípidos que de vez en cuando
hacen reír, y la actuación de Harrison Ford como Linus no está
nada mal, aunque se nota que fue el único actor que hizo la tarea de
ver la película original para adaptar su personaje, que queda muy
lejos todavía del personaje que interpretó Bogart. En esencia,
trata de lo mismo con unas muy poco afortunadas modificaciones. El
primer detalle que me llamó la atención es que en esta versión el
padre de los Larrabee está muerto, a diferencia de la versión de
Wilder, que, aunque hace un papel muy secundario, era gracioso y
tenía mucho sentimiento. Otro detalle es la brutal transformación
de Sabrina. Para empezar Julia Ormond no le llega ni a los talones de
la Hepburn, que como ya señalé, era una actriz primeriza cuando
rodó el clásico de Wilder, para empeorar las cosas, ni siquiera es
la cuarta parte de bonita. Todavía peor, su vestido en la fiesta de
los Larrabee no es tan esplendoroso como debería ser. La primera
Sabrina es demasiado diferente a la Sabrina después del viaje, al
inicio de la película la vemos poco agraciada y femenina. En la
primera película la inmadura Sabrina era potencialmente bella (es
difícil afear a Audrey Hepburn), lo que provocaba en el espectador,
cierta vergüenza por David por no poner atención ante la hermosura
de la hija del chofer. En la versión noventera, uno no tiene un lazo
de empatía por el personaje principal, debido a lo insustancial
actuación de ésta. Otra diferencia y que apela mucho a la
sensibilidad de aquella época, es que está vez, Sabrina va a París
para trabajar de fotógrafa en una revista de modas (¿qué tiene de
malo la alta cocina?), otra mayor diferencia contra su antecesora, es
que aquí sí vemos tomas de la ciudad luz... no son la gran cosa,
también vemos un breve e innecesario romance de Sabrina con un
compañero de su trabajo (¿de verdad era necesario, cuando todos
sabemos que ama con locura a David desde el inicio?), otro cambio
para “actualizar” la historia fue el del mentor que le enseña un
poco de lecciones de vida a Sabrina: En vez de un anciano conde
prusiano, tenemos una mujer madura, a la cual le copia el look.
Cuando la vemos regresar a América, lo único que cambia es su
peinado, de ahí en fuera, la actuación es muy pobre y la
transformación física muy exagerada.
Ahora vamos a lo peor, la
desangelada relación de Linus y Sabrina en la versión de Pollack.
En la de Wilder, en mi escena favorita, cuando David se accidenta
dejando sola a Sabrina y Linus se aprovecha del infortunio de su
hermano. El sorpresivo e inesperado coqueteo de Linus logra crear una
atmósfera de ternura y encanto, que si nosotros fuéramos Sabrina,
también nos dejaríamos besar sin previo aviso por Bogart. En la de
Pollack, la escena, aunque bien fotografiada, es muy corriente, y
aquí Sabrina responde ante el beso con una bofetada, arruinando una
de las escenas más misteriosas y melancólicamente dulces de la
historia del cine. En Pollack, Sabrina tarda demasiado en descubrir
el lado humano del frío hombre de negocios que aparenta ser Linus.
Es más, es demasiado hostil con él. En el fabuloso ritmo de la
película de los cincuentas, vemos un Linus no como un acartonado
hombre de negocios, sino como un acartonado hombre de negocios con el
corazón roto; detalle magistralmente aprovechado por Wilder e
ignorado por Pollack, así como el plan para “apartar” a Sabrina
de David fraguado por Linus, que es muy claro en la original y no tan
ambiguo y poco claro en la versión de los noventa. Otro problema que
tengo con la versión “nueva” es la música ¿dónde están isn't
it romantic y la jocosa we have no bananas today? Ok, tenemos La vie
en rose, pero no es suficiente. (Ay, en la original, cuando Bogar le
pide a la Audrey que se la recite, pero lento y quedito). Ford y
Ormond no hacen una buena pareja, el Linus de Ford es demasiado parco
y frío, mientras que Ormond no deja de ser odiosa, si yo fuera
Linus, dejaría que David se follará a esa Sabrina tan molesta e
insípida, con todo y que hubiera millones de por medio.
Para
terminar de denostar la versión de Pollack, olvidó deliberadamente
una de las mejores partes del film original, las geniales diálogos
entre Linus y Fairchild, el chofer y padre de Sabrina. ¡Son los
mejores diálogos de toda la película! Sin contar el discurso pro
capitalista que se echa Linus que justifica su adicción al trabajo.
Puede ser anticuada la primera versión para algunos, pero la segunda
es asquerosamente moralina, perjuiciosa, llena de estereotipos y sin
ningún contenido más allá de la cursilería.
Conclusión:
Si vieron la versión de Pollack, tienen que ver con urgencia la
primera película, la del maestro Wilder, verán que no miento al
afirmar que son dos películas muy diferentes aunque lleven el mismo
título. Para los que vieron la de Wilder; absténganse de ver otra
versión. La Sabrina original es una maravilla, una pequeña joya que
vale mucho la pena retomar, después de verla se la pasaran cantando
todo el día we have no bananas today.
El clásico del 54 sin duda es de mis películas favoritas y algo me decía que el remake no iba a ser bueno, es el mal de esta industria por renovar por renovar.
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